Imaginemos que, por un casual, entro a clase a las 9. Bien, tendría que levantarme a las 7 de la

Total, que después de media hora espachurrada porque es hora punta, llego a Anoeta (sí, junto al campo de fútbol de la Real Sociedad) y voy a una parada de autobús, y espero al dichoso transporte que viene cuando le sale del pito (porque debería aparecer un bus cada 6 minutos, pero que ni de coña). Y así, cerca de las nueve, llego a los Hospitales, donde está mi facultad, rodeada de una peste a berza cocida insoportable.
Esto es lo que me da pereza, pensar que he de ir hasta allí, pero que luego, encima, tengo que volver. Y me dan ganas de quedarme en mi cálida cama. Y entonces mi conciencia (bastante tocapelotas, por cierto) me dice que eso esta mal y que hay que ir a clase...
Quiero coche ya.
PD esto se me ha ocurrido esta mañana yendo a clase... No, si al final el viajecito de marras me servirá de algo...